Se puede afirmar que no existe una única receta para estructurar un adecuado sistema de pensiones. En el Perú tenemos un esquema mixto desde hace 28 años, un modelo de reparto administrado por la ONP y un modelo de capitalización individual gestionado por las AFP.
En los últimos meses se han agudizado los cuestionamientos y los intentos fallidos de reformas al sistema actual. Una de las peores crisis sanitarias seguida de un fuerte golpe al crecimiento mundial, profundizaron las críticas y facilitaron que se tomen decisiones sin una prudente y necesaria visión de largo plazo.
Durante esta última crisis, algunos países del mundo como Australia, India, Chile y Perú aprobaron medidas de acceso a los fondos de retiro.
Lo anterior, nos hace reflexionar sobre el propósito de un fondo de pensiones y si una porción de estos debiese o no estar disponible para usarse antes de la edad de jubilación. La OCDE reconoce que acceder a los ahorros del fondo de retiro es una medida excepcional y extrema. Recientemente se publicaron los resultados del 2020 para el índice de Mercer CFA Institute Global Pensión. Este índice analiza a 39 sistemas de pensiones a nivel mundial desde hace más de 10 años, evaluando integridad, sostenibilidad, e idoneidad de beneficios. En dicho índice, ningún país de la región ocupa los 10 primeros puestos en el ranking. En el caso de Perú, ubicado en el puesto 24, se destaca la baja penetración o cobertura, un sistema de pensiones privado aún joven, y un marco regulatorio que requiere mejoras.
Pese a las falencias del sistema privado, la rentabilidad en el largo plazo de las AFP que asciende a 11% de retorno neto anual, excede a los retornos promedios de otros instrumentos de ahorro como depósitos a plazo fijo.
Adicionalmente, los fondos de la ONP y las AFP sirven como una fuente de financiamiento al país y, por ende, son motores de crecimiento económico y generación de empleo. Medidas como las recientemente aprobadas por el Congreso sobre los retiros de fondos de la ONP, incrementarían el déficit fiscal del país y acentuarían aún más la crisis económica.
Tal como mencionó el ministro de Economía, Waldo Mendoza: “Buenas intenciones más desconocimiento son una bomba atómica”. Si bien es cierto el esquema que tenemos no es perfecto, desde su creación ha dejado un saldo positivo a favor del país.
No obstante, es claro que se requieren hacer mejoras que estén acompañadas de una comunicación adecuada del funcionamiento y beneficios del sistema a la sociedad.
Fuente: Diario Gestión – Opinión